jueves, julio 29, 2004

TRAS LA VENTA DE LYCOS ¿PARA QUÉ QUIERE TELEFÓNICA UNA EMPRESA COMO TERRA?

Lycos desaparece y con ello también se esfuma el gran sueño de convertir a Terra en el gran portal del mundo hispano.

Tras la venta de Lycos, ¿para qué quiere Telefónica una empresa como Terra?

El anuncio de la venta del portal americano Lycos a un desconocido grupo coreano por cerca de 100 millones de euros es, aunque no lo parezca, una gran noticia para los gestores de Terra y, por supuesto, para el Grupo Telefónica. Se acaba una pesadilla que ha costado un auténtico riñón a los accionistas de la operadora, que tuvieron que tragar con una ampliación de capital para satisfacer la caprichosa y desmedida visión estratégica de Juan Villalonga al pagar, hace ahora cuatro años, 12.000 millones de dólares por la empresa ya colocada.

La fiesta, una vez más, ha corrido a cuenta de los cientos de miles de ahorradores que depositan su confianza en los gestores de unas empresas en las que hacen, generalmente, de su capa un sayo y emprenden huidas hacia ninguna parte, sin reparar en las dificultades de gestionar en mercados competitivos a miles de kilómetros de esta España nuestra.

Así que, cuatro años después, Lycos desaparece y con ello también se esfuma el gran sueño de convertir a Terra en el gran portal del mundo hispano. A partir de ahora, la pregunta es ¿para qué quiere Telefónica una empresa como Terra? Muchos piensan que, si Alierta se consolidara al frente de la operadora, las posibilidades de hacer caja liquidando un activo que no cuadra con la estrategia del Grupo serían enormes.

Una pena que éste sea el final de un proyecto que reunía todas las condiciones para haber triunfado, justo en el momento en el que, además, las nuevas tecnologías y el mundo de Internet recuperan el pulso y emiten inequívocas señales de recuperación. Muchos piensan que la única manera de resucitar Terra es volver a empezar, o sea, sin la losa que el portal americano significó para los inexpertos gestores españoles, pero quizás ya sea demasiado tarde.

En los próximos días, Google, el buscador líder del momento, construido con el talento de Larry Page y Sergey Brin en la Universidad de Stanford y desarrollado justo en los años de las vacas flacas, volverá a colocar por las nubes el negocio de Internet.

La compañía, con sede en el californiano Silicon Valley, saldrá al mercado a un valor inicial de 32.000 millones de dólares. La noticia ha levantado gran expectación, no sólo por la trascendencia económica, sino por el fenómeno cultural que representa esta empresa nacida hace cinco años y medio.

Además, para alejarse de los excesos y escándalos del pasado, los dueños del buscador han anunciado que colocarán las acciones mediante un innovador y transparente sistema de subasta. Los jóvenes fundadores quieren garantizarse el control de la empresa por lo que también han ideado un método por el cual los derechos políticos de sus acciones tendrán un valor 10 veces superior al de las acciones que cotizarán. Y, para quitarse la presión del mercado y evitar caer en tentaciones contables de dudosa legalidad, los chicos de Google han advertido que no informarán de sus resultados todos los trimestres, como hacen los demás. “Un equipo de dirección distraído por los objetivos a corto plazo es tan inútil como una persona a dieta que esté pesándose cada medía hora”. Ahí es nada.

Las acciones de este buscador se cotizarán caras, pero ahora los inversores ya saben lo que están comprando. Ya se sabe: una cosa es valor y otra precio.


Fuente: Elconfidencial

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