Sobre cómo el popular buscador se transformó en un millonario objeto de deseo
Todos desean lo mismo: ser dueños de Google.
El motor de búsqueda más popular en Internet brinda placer a los usuarios y sufrimiento a sus competidores. Bill Gates lo quiere como trofeo de caza. Los grandes bancos de EE.UU. intentan participar de su potencial financiero. Poderosos sitios de la red, como Yahoo, buscan filtrarse en el negocio. Y la mismísima NYSE (Bolsa de Nueva York) acaricia expectativas.
El dueño de Microsoft se estrelló contra vigorosos oponentes, los juveniles creadores y dueños de Google, Serge Brin y Lawrence Page, que se graduaron en la prestigiosa universidad de Stanford, crearon Google en un dormitorio cuando tenían 27 y 26 años respectivamente, y tienen una empresa de u$s 25.000 millones.
El buscador empezó a desarrollarse con u$s 100.000 que prestó en 1998 Andy Bechtolsheim, artífice Sun Microsystems; logró en 5 años la pole position del mercado, desplazando a Yahoo! y MSN de Gates, y ejerce irresistible atractivo sobre los inversores.
EL NEGOCIO POR DENTRO. El secreto de su éxito es la tecnología PageRank, que resuelve 500 millones de variables y 2.000 millones de términos, selecciona en nanosegundos lo más importante para el usuario y convierte a Google en el más veloz, con más de 3.000 millones de páginas web. Los navegantes dicen: "Lo que no está Google no existe" Irónicamente, fueron sus hoy rivales MSN de Gates y Yahoo quienes alimentaron su crecimiento derivándoles las búsquedas algorítmicas.
La fascinación de los internautas produce 200 millones de consultas diarias en 88 idiomas y genera suculentos ingresos. El sitio vende a portales y webs de grandes corporaciones sus tecnologías de búsquedas Google WebSearch(tm) y Google SiteSearch(tm). Maneja los sistemas publicitarios Premium Sponsorship (un vínculo de texto aparente en la página de resultados) y AdWords (el anunciante paga sólo cuando el usuario clicquea el anuncio) Y opera una tienda online con venta de merchandising relacionado obviamente con la marca.
LLUVIA VERDE. Desde su sede en Redmond, Gates ofreció desembolsar por Google u$s 15.000 millones cash de los u$s 49.000 millones que tiene en la cuenta bancaria de Microsoft. Esta lluvia de billetes verdes no fue bien recibida en Googleplex. Brin y Page saben que Bill codicia la recaudación publicitaria de los buscadores, que se calcula se empinará de u$s 2.000 anuales ahora a u$s 16.000 millones en 2010. Y que afronta un probable fracaso en apoderarse del mercado integrando un motor de búsqueda en el Longhorn (el windows 2005) por los precios más bajos de FindWhat, LookSmart o Ask Jeeves.
A Gates no le queda otra alternativa que aliarse con Google o comprarla. Pero en Googlepelx, que acaba de expandirse al edificio de Silicon Graphic, no piensan compartir el negocio con él a ningún precio. Es que, razonablemente, recelan de la tácticas monopólicas que usó contra Netscape para imponer Explorer, y presumen acuerdos secretos entre Microsoft y el competidor de Google, Yahoo.
¿OTRA BURBUJA? La respuesta de los graduados de Stanford fue contundente. En marzo, Google cotizará en bolsa. Anuncia una OPI (oferta pública inicial), emisión de acciones que elude a los intermediarios financieros y pueden ser compradas on line por los inversores, evitando que los analistas, cuestionados después del escándalo de Enron, manipulen su valor.
La operación cayó como un balde de agua fría en el Citigroup, JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Crédit Suisse First Boston y Morgan Stanley, que esperaban una tajada del negocio y no cejan en seguir negociando. En cuanto a los principales inversores de Google, Sequoia Capital y Kleiner Perkins Caufield & Byers (pusieron u$s 25 millones en 1999) la Universidad de Stanford, Andy Bechtolsheim y Ram Shriram, ex presidente de Junglee y ex vicepresidente en Amazon.com, están francamente desconcertados. Tienen motivos para dudar si ganarán o perderán.
La sombra que los aterra es que se desate una eufórica sobrevaluación de las acciones de Google; una inyección de gas para inflar la cotización del sector, impulsando otra burbuja de las punto.com similar a que estalló en 2000, cuando se desplomó el Nasdaq. Miles de accionistas podrían quedar en la ruina. Deseo y sufrimiento: el libro sagrado hindú Bhagavad Gita postula que son dos ruedas de un mismo carro y giran juntas.
Fuente: Fortuna
martes, noviembre 11, 2003
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