miércoles, septiembre 29, 2004

Nueva guerra de navegadores

Todas las plagas apuntan contra el Explorer. Ya se habla de un éxodo de usuarios hacia otros navegadores alternativos como Mozilla, Firefox, Opera ó Avant.

Nueva guerra de navegadores

El Internet Explorer es blanco de ataques maliciosos por parte de una nueva mutación de spywares. Esta vulnerabilidad abrió aun más el frente de batalla con sus competidores, que ofrecen mayores garantías de seguridad.

Como en la vida real, Internet está lleno de oportunistas. La nueva modalidad de los forajidos virtuales es el secuestro del navegador. Aunque todavía no se cobra ningún rescate para recuperarlo, este arrebato ocasiona muchos inconvenientes.

El rapto es casi imperceptible, aunque en ese instante, uno tiene la sensación de que algo raro ocurrió o está a punto de suceder en su PC. El hecho se produce al circular por algunos sitios (no necesariamente triple X) o instalar un programa gratuito.

A simple vista, lo único que se modifica es la página de inicio del navegador. Pero al revisar los Favoritos se descubre que hay carpetas con enlaces raros y lo peor de todo, que el Internet Explorer luce una incómoda barra de herramientas.

Los causantes de esta apropiación son una nueva mutación de espías (spywares/adwares/malwares) que tienen como blanco al navegador más popular del planeta: el Internet Explorer.

Ante semejante invasión, la primer medida que uno adopta es pasar todos los antispywares que tiene a mano. Como no hay caso, busca el nombre de la barra por Internet. Así descubre que hay miles de inocentes que cayeron en la misma trampa.

Al entrar a un foro especializado en secuestros de navegador, algunos aseguran que lograron quitarla desde el registro de Windows y dan las claves. Lo cierto es que, por más voluntad que uno ponga, la intrusa se las ingenia para volver.

Luego de batallar durante horas frente al monitor, aparece la solución. Por casualidad se llega hasta cierto programa antispyware que garantiza —pago de varios dólares mediante— la eliminación de dicha barra.

Las medidas que uno adopta de allí en más van desde bajar miles de softwares para reforzar la seguridad del navegador, entrar con miedo a todos los sitios, hasta levantar una firewall de doble pared.

Es tan grande el desgaste que produce la situación que el temor de estar haciendo algo mal pronto se transforma en culpa. Y uno llega a plantearse: ¿estaré equivocándome tan feo?

Los mensajeros instantáneos llevan y traen comentarios de amigos y colegas. Algunos a favor, otros en contra del Explorer. Todos tiene algo para decir. Hasta que un mensaje da en la tecla ¿Y si es una falla del navegador y no de quien lo está manejando?

Siguiendo los pasos del Internet Explorer, las sospechas pronto se confirman. El navegador que utiliza el noventa y cinco por ciento del plante, hace seis años que no se renueva.

Para no zozobrar en los mares virtuales, el programa de Microsoft se llenó de parches de seguridad, que no hacen más que zurcir un tejido demasiado fino para remiendos.

Este dato fue bien aprovechado por sus competidores (con Mozilla!, Netscape y Safari a la cabeza) que sacaron modelos mucho más rápidos y potentes.

Para marcar la diferencia, el grueso de los navegadores que utilizan el motor Gecko, que se caracteriza por ser de código abierto, permiten tener varias páginas abiertas en la misma ventana, bloquear pop-ups, eliminar cookies, historial y caché desde un simple botón, agregar pieles, además de tener un gestor de descarga incorporado.

El intento más seria de Microsoft es el reciente Service Pack 2 para Windows XP, donde, entre otras medidas, incorpora un bloqueador de ventanas emergentes para el citado navegador.

El problema es que este parche pesa nada menos que 260MB. Lo que se dice, casi un sistema operativo nuevo. ¿Y qué pasa con quienes no tienen Windows XP en su máquina? ¿O los que usan una versión anterior del Internet Explorer (como la 5 o 5.5)?

La respuesta parece estar en el pasado. En el año 1995 se desató la llamada "guerra de los navegadores". El origen, bastante similar a lo que ocurre hoy: Netscape estrenaba un navegador que ponía en evidencia la flaqueza del Internet Explorer. Según datos actuales del grupo de investigación WebSideStory, el Explorer empieza a perder territorio frente a sus seguidores. Ya no es más el navegador que elige el noventa y cinco por ciento de la gente.


Fuente: Clarín

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