martes, febrero 10, 2004

El "hotspot" llega a Ezeiza

Despegue del Wi-Fi en la Argentina

El "hotspot" llega a Ezeiza

Un hotspot es como un punto mágico. Cien metros a la redonda, las computadoras portátiles adquieren la aptitud de conectarse a la Internet por banda ancha sin que intervengan cables ni enchufes ni otros molestos nexos tangibles.

Sus dueños pueden, por ejemplo, mientras esperan un avión, seguir trabajando en la intranet de la oficina que dejaron atrás, ver por televisión las noticias del país a donde viajan, enviar y recibir mensajes, y hasta someterse al asedio del spam, todo a muy alta velocidad.

Réplicas lejanas del Aleph borgeano, estos puntos de conexión sin cables se encuentran en plena multiplicación: a comienzos del 2003 eran decenas. Ahora hay 30.000 en el mundo, dos de ellos alojados, desde hace quince días, en salones de preembarque de Ezeiza y de Aeroparque.

La propagación de los hotspots sigue el curso de los lugares frecuentados por los viajeros de negocios: se los instala en aeropuertos y cadenas de hoteles, centros financieros y ciertas cafeterías insignia de las grandes ciudades.


Del hotel al café

Los hoteles Marriott, Hilton y Ramada fueron pioneros. En Estados Unidos, una asociación entre proveedores de Internet de banda ancha y los cafés Starbucks y Mc Donald's facilita la conexión a la gente que está de paso. En Inglaterra, British Telecom se asoció con una cadena de pubs.

En México, una alianza semejante no fue difícil de establecer: la proveedora de servicios Telmex y los Sanborn's —cafés en los que infaltablemente recalan los extranjeros— son propiedad del mismo dueño. En San Pablo, capital de negocios de Brasil, los estratégicos cafés Frans hacen de oasis tecnológicos, sumándose a la docena de hotspots repartidos en los aeropuertos de la ciudad.


Levantando vuelo

Arnet, el proveedor de servicios de Internet de Telecom, lanzó la primera piedra en aeropuertos argentinos el 23 de enero.

No todos los viajeros que llegan disponen en sus laptops de la plaqueta antena (nombre técnico, placa PCMCIA) que hace falta para sumarse sin cables a la danza de la banda ancha. Pero un stand de Arnet facilita las placas, y también presta asistencia a los desorientados.

Por ahora se ven más usuarios en Ezeiza. Es que en el aeropuerto internacional los tiempos de espera son más largos y muchos extranjeros ya vienen acostumbrados desde otros aeropuertos.

Los locales necesitan por lo general más asistencia. "Algunos usuarios, los menos, necesitan configurar algunos drivers. Para eso también se los ayuda", dice Rafael Perel, del marketing de Arnet . "Como el tema es nuevo requiere un acompañamiento al cliente. Es una evangelización".

Parte de la buena nueva es que, por ahora, no hay que pagar. El servicio es gratuito mientras dure la promoción, hasta el 19 de abril. Después de ese plazo, es posible que los usuarios tengan que pagar cinco dólares la hora —el precio promedio de Latinoamérica— por la tarjeta dotada de una contraseña que les dará acceso. Que esa tarifa sea bien inferior a las que se cobran en Europa es de poco consuelo; entre los viajeros "corporativos", seguramente la tarjeta-abono mensual será la modalidad favorecida. El precio todavía está "en estudio".


Wi-Fi

El acceso a la internet inalámbrica se basa en un standard de conexión llamado IEE 802,11b, cuyo nombre de entrecasa en todo el mundo es Wi-Fi (por Wireless Fidelity). Usar Wi-Fi es mucho más rápido que, por ejemplo, enviar datos por GPRS, que es el sistema por el que muchos teléfonos celulares proveen servicios de e-mail o Internet. La tecnología funciona tan bien en una palm como en una laptop.

Para muchos usuarios de laptops (sobre todo en Argentina, donde la actualización del parque fue lenta en los últimos dos años), hace falta una plaqueta especial, que se vende a entre 35 y 50 dólares ; no es difícil conseguirla en los negocios especializados como los que se arraciman en la Galería Jardín y alrededores.



Buenos Aires inalámbrica

Un tour por los hotspots de Buenos Aires es mucho más corto que una gira por los buenos lugares de tango. Un gimnasio de la city, un café en Puerto Madero, el Museo Renault. Entre los hoteles, sólo el Alvear.

Los pasajeros de cuatro ruedas tienen también sus "oasis" inalámbricos en tres estaciones de servicio de la petrolera Petrobras; la última en sumarse, anunció la empresa en enero, fue la de Costanera y Salguero.

En algunas grandes capitales se han instalado hotspots en áreas públicas abiertas: los hay en los alrededores de Picadilly Circus, en Londres, y en el Bryant Park de Nueva York (en países más propensos al arrebato y la corrida, sería dificil imaginar a los dueños de laptops exhibiéndolas en una plaza). Corea es el país más hotspotizado del mundo: tiene 8.500 puntos.

Los utopistas de Internet —cada nuevo adelanto relacionado con la red de redes produce su propio imaginario de soluciones igualitarias— aseguran que la conectividad Wi-Fi debería ser universal y ubicua, y desparramarse gratuitamente por el mundo de internautas. Los grandes proveedores mundiales del servicio inalámbrico, más los fabricantes de hotspots y los de microprocesadores aptos para el wireless no son parte de ese coro; anticipan, eso sí, que en dos años el mundo será un paraíso para el usuario en tránsito, ya que habrá 160.000 hotspots esperándolos en todas partes.


Fuente: Clarín

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